Fue a través de una serie de circunstancias radicales, y después de la muerte de su primogénito Johnathan en 2000, que Dios desarraigó a John y Rachel Reaser junto con sus hijos Daniel y Joshua de su cómodo estilo de vida en Charlotte, Carolina del Norte (Estados Unidos). El Señor confirmó en sus corazones el deseo de servirle en la plantación de iglesias en México. En cuatro meses, su casa se vendió, su propiedad para alquiler se vendió y su "propiedad de ensueño" en un lago también se vendió. Fueron a México como misioneros autosuficientes en lo que pensaron que sería un proyecto a corto plazo. Este proyecto a corto plazo se ha convertido en una pasión para toda la vida de establecer y edificar iglesias en México. Esta pasión continúa creciendo más fuerte cada día en la medida que los Reaser sirven al Señor Jesucristo y esperan Su regreso.